Contra las patrias, el Viejo Maestro




La nacionalidad del obrero no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana, es el trabajo, la esclavitud libre, el automercadeo. Su gobierno no es ni francés, ni inglés, ni alemán, es el capital. Su aire nativo no es ni francés, ni alemán, ni inglés, es el aire de la fábrica. La tierra que le pertenece no es ni francesa, ni inglesa, ni alemana, está a unos cuantos pies bajo el suelo.
Karl Marx: Crítica de «El sistema nacional de economía política» de Friedrich List

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domingo, mayo 13, 2012

La Europa del Partido Neoliberal Unificado


La Vanguardia

Para volver a ser creíble, la socialdemocracia europea debe romper con ese PNU internacional, practicar una autocrítica convincente, lanzar principios de desafío a la Hollande, y cambiar de figuras.

¿Quién es el culpable de esta Bankia internacional, de esta estafa sin fronteras? Poco a poco, conforme la ciudadanía avanza en su forzado cursillo acelerado de economía, la respuesta es tan obvia como ancha: un sistema especulador y ladrón. Sin embargo se nos ofrecen todo tipo de respuestas centradas en el detalle y diseñadas para el despiste; que si Fernández Ordóñez, que si el PP, que si el PSOE, que si no haber aceptado una fusión con La Caixa… Al final llegaremos a una cuestión de Barcelona o Madrid, o quien sabe si de Messi contra Ronaldo. En todas partes ocurre lo mismo.

En Alemania hay un discurso populista sobre la eurocrisis, que ignora la estrecha interrelación entre el ladrillo y las inversiones del capital alemán, y carga las tintas sobre naciones buenas y malas. Ese discurso ha logrado obviar la crítica al casino, el debate sobre la central contribución al estallido especulativo que la banca alemana tuvo. En lugar de preguntarse por la estafa que les obligó a entregar, con plena nocturnidad, 480.000 millones de euros a sus bancos tras años de cinturón apretado y recortes sociales, los alemanes han sido invitados a enfadarse por la pereza de los griegos y la fiesta de siesta y vino tinto de los españoles. La crisis propiciada por los bancos se ha convertido en un problema de deuda pública, que sirve para seguir recortando derechos sociales mientras los bancos siguen parasitando y algunos continúan enriqueciéndose.

El fraudulento diagnóstico del establishment alemán ha consolidado un consenso nacional mayoritario sembrando la hostilidad hacia otros pueblos europeos gastadores. Merkel confía en ganar las elecciones de 2013 cabalgando sobre eso. La oposición socialdemócrata no lo cuestiona más que en detalles irrelevantes.

Lo que hay en Alemania es un Partido Neoliberal Unificado Alemán (Neoliberale Einheitspartei Deutschlands -NED), dice el publicista Albrecht Müller, parafraseando el nombre del antiguo partido postestalinoide de la Alemania del Este. Quienes quedan fuera de ese NED, son machacados por los medios de comunicación y acusados de irrealismo, de antisemitismo, de filoterrorismo, de ser no aptos para gobernar, o de cualquier otra tontería.

En España ocurre algo parecido. No es el PP, no es el PSOE: es el Partido Neoliberal Unificado de España y sus autonomías (PNUE + a), quien está en el origen de la responsabilidad política de una histórica destrucción del litoral, del asfaltado mesetario, de los polígonos industriales en zonas agrícolas y de los aeropuertos para ir a ninguna parte. Eso es Bankia.

Como explica desde hace muchos años José Manuel Naredo, todo eso lo fundó la economía del franquismo, y lo continuó la democracia y su partido único neoliberal. Un neocaciquismo disfrazado de democracia, que une a Girón de Velasco con González, Pujol, Aznar y sus epígonos. Los bancos de un sistema internacional fueron responsables, los políticos bendijeron el asunto, unos y otros se beneficiaron. La gente común se endeudó estúpidamente. Muchos se compraron el 4×4 y se cambiaron de piso a base de hijoputecas, animados por todos ellos. El país se degradó: En los años culminantes del boom inmobiliario, España llegó a consumir cerca de sesenta millones de toneladas anuales de cemento, más de una tonelada anual por habitante y por hectárea de superficie geográfica, explica Naredo.

Si en Alemania una persona como el ex ministro neoliberal y socialdemócrata del SPD Peer Steinbrück, que en víspera del rescate bancario alemán dijo que la crisis era un asunto de Wall Street al que Alemania y sus bancos eran ajenos, está considerado un gran político y hasta aspirante a la cancillería, en España, Rodrigo Rato, que puso autopistas al ladrillo y luego se fue al FMI donde decía (en 2007) que el sistema económico mundial va viento en popa, es su equivalente. San Rodrigo Rato es nuestro Steinbrück ¿Por qué no proponerlo como canciller de la España ladrillera?
El PP potenció el ladrillo, y aun hoy reclama como éxito su gestión durante el aznarato. El PSOE recogió aquella basura, que ya había sembrado con González y Boyer, y le dio lustre con Zapatero, sin enmienda ni comentario. Hoy el PSOE critica al PP por antisocial por continuar con el ajuste europeo al que se sometió sin rechistar, como Steinbrück critica a Merkel: sin ir al fondo de las cosas ¿Cómo podrían hacerlo si unos y otros pertenecen al mismo Partido Neoliberal Unificado?

Para volver a ser creíble, la socialdemocracia europea debe romper con ese PNU internacional, practicar una autocrítica convincente, lanzar principios de desafío a la Hollande, y cambiar de figuras. Ninguna fuerza política con responsabilidades en la estafa neoliberal que no realice autocrítica, debería ser creíble en Europa.
Tras el cursillo intensivo de economía que nos están dando, esta vez no deberían hacernos creer que esta Bankia internacional es un problema de PP contra PSOE, de SPD contra Merkel o de Messi contra Ronaldo.

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